11 de octubre de 2012

'Cosmópolis' La caótica pesadilla de los nuevos tiempos

La ciudad de Nueva York arde, el panorama es apocalíptico, el sistema se hunde y la calle está tomada por los disturbios y la violencia. El caos reina y Eric Packer, un joven multimillonario que controla los hilos de Wall Street, está decidido atravesar toda la ciudad para cortarse el pelo en su barbería favorita. Desde su lujosa limusina observa el panorama y establece encuentros con su mujer, sus colegas, su médico y sus amantes. Aislado en su microuniverso ultratecnólogico, el protagonista parece impermeable a todo lo que ocurre a su alrededor pero nada más lejos. El universo colapsa y nadie resulta ajeno a ello, por mucho que lo intente. Cronenberg se sumerge en la adaptación de la novela de Don DeLillo con pulso firme y pone todo su empeño en plasmar en la pantalla el desasosiego y el sinsentido, creando una atmósfera densa y turbia, propia de una pesadilla irreal que, sin embargo, no se aleja demasiado de la realidad del tiempo presente. La cinta habla acerca del poder del dinero, la fuerza de lo inmediato y sobre como estas dos ideas lo condicionan todo. La mente del protagonista, totalmente ajena a la realidad del mundo, es una metáfora del poder actual, deshumanizado y cruel. Packer recorre Nueva York en su limusina pero es incapaz de entender, de conectar con lo que pasa realmente. De eso habla Cosmopolis, de la desconexión entre los poderosos y el mundo sobre el que ejercen su poder.

Los temas sobre los que gira la obra de Cronenberg están presentes en esta cinta: la violencia, el poder de la destrucción, el caos o el sexo en su vertiente más patológica. Sin embargo, Cosmopolis se aleja un poco de los últimos trabajos del director canadiense. La cinta es un viaje mental, una especie de odisea psicológica en el que las ideas toman protagonismo. La capacidad para crear esa atmósfera de desasosiego, angustiante y opresora es una de sus principales bazas. La película desconcierta y despierta la mente del espectador pero también se pierde en su discurso. Se echa en falta la fuerza y el empaque de otros trabajos del director, la tensión no llega a explotar y la emoción se diluye a falta de algo más de consistencia narrativa. Como experiencia mental e incluso alucinógena Cosmopolis funciona a la perfección, al último trabajo de Cronenber no le faltan ideas ni intención pero si un poco de músculo. Para muchos no resultará complicado dejarse llevar por este mal sueño sobre el final del capitalismo, pero seguro que también habrá quien vea en Cosmopolis la promesa de algo que no acaba de llegar.

El peso de la cinta recae prácticamente en su totalidad sobre los hombros de su protagonista, Robert Pattinson. A pesar de lo que los prejuicios podrían hacer presagiar, el actor consigue hacerse con el mando de la historia, demuestra que tiene talento y empaque suficientes para hacer frente a un personaje complejo. La fuerza de su interpretación se pone a prueba con duelos dialécticos, físicos y psicológicos con intérpretes de la talla de Samantha Morton, Juliette Binoche o Paul Giamatti. Son precisamente estos efrentamienteos interpretatvos uno de los atractivos que convierten a la película en un visionado más que apetecible, los intérpretes circulan por la limusina y a través de diálogos potentes y complejos ofrecen instantes cargados de fuerza y profundidad. Es probable que no estemos ante el mejor Cronenberg, pero haciendo balance, Cosmopolis es una experiencia cinematográfica de altura, oportuna y estimulante.

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